sábado, 25 de octubre de 2014

EL GUSANO. Capítulo 2: Buscando un final

Al capítulo 1
 
Equivocándome al pensar,
que en una cuerda iba a encontrar,
alguna explicación.
 
El cantor, Mal de Parkinson.
 
MONSTRUO EN MAR DE PLATA

Durante las últimas semanas se han registrado muchas denuncias sobre el avistamiento de un monstruo en las costas de la ciudad. Si bien la policía rechaza la versión del monstruo, y sostiene que debe tratarse de algún vagabundo, llama la atención la coincidencia de la mayoría de los testimonios en la descripción del extraño ser: parece un hombre de gran contextura, con cuernos en la cabeza y la piel escamosa y, aportan otros, anaranjada. Casi siempre se lo ha visto en la playa ingresando al mar, huyendo de las personas. Algunos vecinos dicen haber entablado una conversación extensa con el sujeto, que al parecer ha llegado hasta nosotros desde los confines de la realidad para anunciar el fin de los tiempos. Desde la redacción de este medio nos preguntamos: ¿Quién o qué es esta abominación que intranquiliza a nuestros nobles ciudadanos?, ¿comenzará el tan anunciado Apocalipsis en Mar del Plata?, ¿y cómo afectará esto al turismo?

(Fragmento de Cirrosis Hepática, matutino de la ciudad)
 
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La noche. El puerto. Un galpón abandonado. Una viga y una soga. Un cuerpo parado sobre una silla a punto de quebrarse. Un pie avanzando hacia la nada; el otro pie, también. La soga presionando el cuello. El cuerpo que pende una milésima de segundo. La soga cortándose. El cuerpo estrellándose contra el piso. Una puteada muy audible, apenas inteligible.
 
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ILUSIÓN DE MUCHOS
 
Ante el aumento de testimonios de marplatenses que sostienen haber visualizado en la playas de la ciudad un ser de aspecto monstruoso, un grupo de psicólogos y sociólogos de la Universidad Nacional de Mar del Plata, han realizado un estudio intitulado “Hacia una sintomática de la pelotudez marplatense: análisis de una ilusión colectiva”, donde sostienen, a grandes rasgos, que los marplatenses somos todos unos forros que nos creemos cualquier gilada, y que lo del Monstruo de la Costa no se trata más que de una histeria colectiva. Por su parte y en la misma sintonía, el intendente Culti declaró: “En Mar del Plata —ciudad en la que juro y recontra juro que nací, tengo documentos— la gente está tan bien, tan tranquila, tan llena, en fin, tan feliz, que le da por inventar boludeces”. Como pocas veces, el poder político y la academia, parecen estar de acuerdo.
 
(Extracto del portal de noticias www.+549223.com.ar)
 
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La misma viga, del mismo galpón, del mismo puerto, de la misma noche. Una cadena de eslabones gruesos, en vez de la soga. El cuerpo parado sobre la silla a punto de quebrarse. Ambos pies avanzando hacia la nada. La cadena presionando el cuello. El cuerpo que pende: uno, dos, tres segundos. La viga quebrándose. Un estruendo astillando el silencio. El galpón viniéndose abajo. Una nube de polvo, bajo la luz de la luna. Una mano emergiendo entre los escombros; tras ella, todo un cuerpo. Y una puteada muy audible, apenas inteligible.
 
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¿NACE UN HÉROE, ES DECIR, ALGUIEN ILUSTRE O FAMOSO POR SUS HAZAÑAS Y VIRTUDES?

Esta madrugada, una pareja de jóvenes incautos que se había apropincuado a la playa Las delicias con el objeto de mantener relaciones sexuales premaritales y de contemplar juntos cómo Febo emergía del mar trayendo junto a sí el Alba de rosados dedos, fue sorprendida por un caco que a punta de pistola quiso hacerse de las pertenencias de los susodichos jóvenes, violando con ello el artículo 14 de la Constitución Nacional. El malviviente hubiésese salido con la suya si no fuera porque en ese momento emergió desde las aguas negras y poco higiénicas de la zona un ser de enormes proporciones y ojos negros como la noche —según declaró la pareja de promiscuos— que arrebató el arma de entre las manos del delincuente para luego desaparecer por donde había venido. El malhechor se dio a la fuga ni bien quedó desarmado, aunque horas más tarde fue apresado en una playa lindera por efectivos policiales que se encontraban allí jugando al tejo. El ladrón permanece en estado de shock y no ha pronunciado una sola palabra. La dupla de lascivos, agradecida.

(Recorte del vespertino La calesita)
 
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Otra noche. Está sentado sobre una roca de la escollera, mirando hacia el mar. La pistola, cargada. Apoya el caño en la sien, cierra los ojos, dispara. Queda un poco aturdido por la explosión, pero su cabeza sigue intacta. Mete el caño en la boca, cierra los ojos, dispara. Siente el estallido en su interior. La bala rebota en el paladar, en la lengua, en las paredes internas de sus mejillas. Nada más, sigue vivo. Escupe algo en su mano. Piensa, esperanzado, en un diente; pero no, es la bala, lo que queda de ella. “Habrá que buscar otra forma de morir”, piensa, y lanza un grito ronco y profundo, que estremece a todos los animales bajo el agua. Es su forma de llorar, en este cuerpo nuevo.
 

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