Sobre la utilidad de los talleres literarios siempre ha habido un gran debate, si sirven, si no, si no son más que grupos de terapia disfrazados de otra cosa... Una vez leí un artículo en el cual se concluía que, al menos, los talleres tienen la utilidad de proveer de una fuente de ingresos estable a muchos escritores; sabemos que es difícil vivir de la literatura. Conozco muchas personas que dictan talleres, con diferentes modalidades, y de muchos puedo asegurar que lo hacen a conciencia, tratando de sacar lo mejor de quienes concurren a sus encuentros, así que no todos los coordinadores de talleres literarios son forros.
Por mi parte participé en dos experiencias: el Taller 7 y Máquinas y Monos, ambos virtuales, que funcionaban haciendo uso de la plataforma de grupos de Yahoo. Pero, claro, eran experiencias particulares porque, si bien siempre había un moderador, los cuentos eran comentados por todos los integrantes del taller (algunos más experimentados que otros) y quedaba luego en el autor del cuento en cuestión ver qué críticas tomaba y cuáles no para, de ser necesario, reescribir su texto. Además, estos talleres eran gratuitos y, como vimos cuando analizamos el caso de los editores forros, el dinero parecer ser lo que desvirtúa, a veces, estas experiencias.
Yo no pagaría para aprender a escribir; una sola vez hice algo parecido (ver más abajo) pero fue más un acto de buena voluntad de mi parte que otra cosa. Leyendo y escribiendo mucho, y a conciencia, ya tenemos una buena parte del camino realizada. También es fundamental la mirada del otro, claro, pero antes con los talleres virtuales, o ahora con los amigos que leen y escriben, siempre he tenido críticos despiadados de lo que hago (empezando por mi señora, en casa). Quizás muchas personas no tengan esa suerte, y por lo tanto necesiten acudir a talleres pagos. Para ellos, entonces, veamos algunos casos de coordinadores de talleres literarios forros.
El coordinador/adulador
Simple. Este sujeto siempre va a decirte que sos bueno, que tenés pasta, que cada vez escribís mejor. Cada tanto nos advertirá sobre algún punto mal colocado, alguna coma innecesaria, pero solo para no resultar sospechoso y para que el aprendiz entienda que aún lo necesita. El coordinador/adulador nunca te dirá que tu texto es un espanto o que ya se ha escrito un millón de veces sobre lo mismo; no quiere destrozarte el corazón (el ego, bah) y que te vayas: no quiere que dejes de pagarle.
El coordinador virtual
Anda por las redes sociales, en facebook sobre todo. Si sabe que escribís y que tenés intenciones de mejorar, seguramente publicará en tu muro algo como esto:
Mi taller literario personalizado por Internet sigue abierto y no dejará de funcionar durante el verano austral. Los interesados en tomar clases de escritura creativa, resolver bloqueos, terminar trabajos inconclusos, corregir obras de narrativa ya terminadas o incluso hacer sus primeras armas en este universo fascinante, pueden escribirme a coordinadorvirtual@gmail.com para obtener más detalles.
Luego de que te contactes con él te pedirá que deposites en su cuenta el dinero y que le mandes el texto que quieras tallerear. Yo recomiendo hacer lo siguiente: primero mandá el texto, que labure (es decir, que lo lea, analice y te haga una devolución) y luego sí, pagale. Si hacés al revés, puede pasarte como a quien escribe este post: que pagués por un servicio que jamás te brindarán.
El coordinador/editor
Este sujeto es peligrosísimo, sobre todo si además es adulador y es una editor/imprentero. Su modus operandi es el siguiente: te cobra por leer tus textos, decirte que sos el nuevo Borges, y luego te convence para que publiqués. “¿Dónde puedo publicar yo, un ignoto esritor?”, dirás vos. “Bueno”, dirá el coordinador, “yo justo tengo una editorial, y por un módico precio...”, y ya es tarde: no solo te cobró por leer tu novela, sino por editarla, un negocio redondo para él, por supuesto.
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En fin, solo hablo de casos que conozco. Y como dije más arriba, no todas las personas que dictan talleres son jodidas, pero hay muchas que sí, así que a estar atentos y, en todos lo casos, por favor, exijan su factura.